Hablar de
excelencia empresarial en estos momentos puede resultar un poco atrevido o
incluso pretencioso. Muchas empresas lo están pasando mal, puesto que han
disminuido el consumo y el crédito; la competencia cada vez es mayor y el
precio se ha convertido en ‘hándicap’ para vender. Ante esta situación, muchos
empresarios y directivos se preguntan… ¿En este contexto, cómo puede ser mi
empresa excelente? ¿Es posible?
Es posible… La
excelencia empresarial no depende sólo del contexto económico, aunque influye, ni
de si una empresa es grande o pequeña, sino de cómo está gestionada, de si esa
gestión goza de buena salud y de una obsesión continua por la calidad en todas
las áreas de la empresa.
Para que una organización
sea excelente en su gestión debe incorporar en ella ocho principios básicos,
que son:
- Innovación y mejora continua. Las
empresas deben cuestionarse continuamente su forma de hacer las cosas, crear
oportunidades de mejora e implementar la innovación en cualquier área. Cuando
hablo de innovación no sólo me refiero a la I+D sino a cualquier mejora o
cambio en beneficio de la organización, en sus productos, en sus servicios, en
la manera de relacionarse con el cliente, etcétera.
- Liderazgo. Ejercer un liderazgo con
capacidad de visión que sirva de inspiración a los demás y que sea coherente en
toda la organización.
- Gestión por procesos y hechos. Es
decir, gestionar la organización mediante un conjunto de sistemas, procesos y
datos interdependientes e interrelacionados.
- Desarrollo e implicación de las personas.
Las personas son el ‘leit motiv’ de una compañía, su activo más importante. Una
organización excelente es aquella que permite el desarrollo de sus empleados y los
cuida tanto como a sus clientes.
- Orientación al cliente. Esto es, satisfacer
sus demandas, comprender sus necesidades presentes y futuras, incluso,
esforzarse en exceder sus necesidades y expectativas para lograr su confianza y
satisfacción.
- Desarrollo de alianzas. Acordar
alianzas que aporten valor y que sean beneficiosas para ambas partes. Alianzas
con partners, proveedores, clientes, etc.
- Responsabilidad Social. Implementar
acciones socialmente responsables en tres vertientes: Económica, social y medioambiental.
Pero estas acciones deben ir más allá del marco legal que establece unos
mínimos en este sentido.
- Orientación a resultados. La empresa
debe estar orientada a obtener unos resultados que satisfagan a todos los stakeholders de la organización. No sólo
me refiero a resultados económicos.
Las empresas que
incorporan estos ocho principios son calificables como ‘excelentes’, según
todos los modelos de excelencia internacionales, también el de Madrid
Excelente. Y son compañías que desarrollando todos estos principios consiguen
ser más competitivas a medio y largo plazo, también en estos momentos.
Me enorgullece
decir que, a pesar de los momentos difíciles que estamos viviendo, sigue
creciendo en la Comunidad de Madrid el número de empresas calificadas como
excelentes en su gestión. Vivimos tiempos duros, pero aún hay empresas que no
tiran la toalla y se siguen esforzando por hacer las cosas bien, más que bien.
Desde aquí mi
más sincera enhorabuena a todas esas empresas, Madrid Excelente o no, que se
siguen esforzando por ser cada día mejores y buscan la excelencia. Porque como
decía Aristóteles, “somos lo que hacemos
día a día. De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”. Y yo
añado, a pesar de los momentos difíciles y cualesquiera que sea el contexto.
Tribuna de Alejandra Polacci, directora general de Madrid Excelente, publicada en la revista Dirigentes.